exploratorio latinoamericano de poéticas/políticas tecnológicas

arte | cultura mediática | siglo XX | técnica

Arte y técnica en el contexto de la cultura mediática. Travesías argentinas en el siglo XX.
Claudia Kozak
[ponencia leída en las VII Jornadas de la Red Nacional de Investigadores en Comunicación “Actuales desafíos de la investigación en comunicación. Claves para un debate y reflexión transdisciplinaria”. Gral Roca, Universidad Nacional del Comahue, 13 al 15 noviembre de 2003]


En el contexto de la cultura mediática y de los estudios en comunicación social, hablar de las relaciones entre arte y técnica podría parecer terreno conocido y hasta trillado. La cuestión está ya inscripta en el campo a partir de las primeras reflexiones en torno de la cultura de masas y de los medios masivos de comunicación del siglo XX. Desde los “pioneros” textos de Paul Valéry [1931] o Walter Benjamin [1936] que en verdad consideraron centralmente el problema, a la cristalización de posiciones “apocalípticas, integradas o críticas”  luego de la Segunda Guerra Mundial. Para hablar de cultura de masas, a veces se habló de cultura, y se incluyó así al arte; otras se consideró que sólo el arte era cultura... Cierto es que algunas de esas reflexiones se nos aparecen hoy como muy datadas y se nos hace difícil volver a ellas; pero otras vuelven una y otra vez como referencias. Más de un texto académico, por ejemplo, hace alusión en la actualidad a la obra de arte en la época de su reproductibilidad ya no técnica (a secas) sino digital.

No se trata entonces de una cuestión poco transitada. Aún así, en relación con ella sobrevuela el siglo XX un núcleo denso de problemas anudados díficiles de desatar que se reactiva -se ajusta, diríamos, para seguir la metáfora- toda vez que los imaginarios de modernización tecnológica se hacen más fuertes. Digo: toda vez que un nuevo paisaje tecnológico, mundo de artefactos e instrucciones de uso -lo que no es otra cosa que la pedagogía que nos enseña a movernos en sociedad- se impone a los cuerpos y la “conciencias”, el nudo arte/técnica se agranda y nos llama a volver a desatarlo. Así sucedió en las dos primeras décadas del siglo XX, cuando un paisaje netamente urbano de automóviles, aeroplanos, trasatlánticos, cinematógrafos, fonógrafos, teléfonos cobijados bajo “violentas lunas eléctricas” se presentó a los artistas reclamando de ellos -como lo sostuvo Oliverio Girondo en el manifiesto de la revista Martín Fierro- una “nueva sensiblilidad”. En efecto, de lo que se ha dado en llamar vanguardias históricas, futurismo, cubismo, constructivismo y productivismo asumieron como condición necesaria el “paisaje” de la novedad tecnológica desde posturas exaltatorias o utópicas, según los casos, pero siempre acopladas a la velocidad de transfomación del nuevo paisaje. Otras, en cambio, como dada y el surrealismo incorporaron el sustrato técnico pero liberándolo -según el argumento de Andreas Huyssen- de sus rasgos instrumentales como forma de cuestionamiento de la noción burguesa de técnica como progreso.

 
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