Vinculado desde sus inicios al Centro de Arte y Comunicación (CAyC) y al Grupo de los 13, Víctor Grippo es un exponente temprano de aquella vertiente del conceptualismo local que trabajó, de modo experimental, la relación arte-ciencia, arte-técnica. En un artículo publicado en 1982 en la Revista Artinf, Gripo dice:

Desde 1970, mi propuesta intenta acortar la contradicción entre arte y ciencia a través de un estética surgida de una química completa entre lo lógico-objetivo y lo subjetivo-analógico, entre lo analítico y lo sintético, valorando la imaginación como instrumento de conocimiento creador no menos riguroso que el provisto por la ciencia.  

Ya en 1968, con la intención de abandonar la representación y la condición “plana” de la pintura, Grippo incursiona en la cinética y construye una serie de objetos tridimensionales que simulan los mecanismos internos de máquinas en funcionamiento, que él describió como “imágenes del mundo del trabajo moderno”.  Con una de estas obras, Cubo (1969), participó por primera vez en el circuito internacional, en  la Bienal Internacional de París.

Víctor Grippo se distingue en la escena artística actual, tanto a nivel nacional como internacional, como un antecedente de la figura emergente del artista “científico-investigador” que explora el entorno y convierte su taller en una suerte de “laboratorio plástico”.  Iniciando sus estudios en el campo de la ciencia y no en el del arte, en 1955, se muda a La  Plata para estudiar Química en la Facultad de Farmacia y Bioquímica. En este aspecto, su trayectoria universitaria sirve de ejemplo para leer muchas de las carreras de los artistas que hoy se posicionan en el “arte tecnológico”.