En términos generales, es la relación de las artes escénicas con la tecnología. Su origen puede marcarse en la rebelión del teatro del siglo XX contra el drama decimonónico (de carácter naturalista, privado de procedimientos espectaculares y privado de su carácter constructivo, material, sensorial y festivo). Esta rebelión se encarna en proyectos de reteatralización del teatro iniciados por los movimientos de vanguardia de principios del siglo XX, en los happenings y performances de los años 60 y en el regreso de lo espectacular de fines del siglo XX. Uno de los factores decisivos en la expansión de la actual cultura visual es el avance de las tecnologías digitales: en las artes escénicas se ven proyecciones manipuladas digitalmente, informatización del sistema lumínico y sonoro, puesta en escena de robots, empleo de medios electrónicos y redes sociales, circuitos cerrados de tv, etcétera. A nivel internacional se pueden marcar tres áreas de exploración artística al interior de la tecnoescena: 1) la creación de seres y entornos virtuales, de escenografías artificiales con el efecto de hibridación de lo real y lo virtual; 2) la interacción entre performers y espectadores mediante dispositivos y programas computacionales; y 3) lo post orgánico y lo cyborg mediante la manipulación de la subjetividad en un cruce entre performance y bioarte. A nivel nacional, en la Argentina, las áreas de exploración también pueden dividirse en tres: 1) la exploración de la tecnología y las mediaciones de la vida cotidiana, donde se destacan, entre otros, los trabajos de Margarita Bali y de BiNeural-MonoKultur; 2) la tematización y puesta en escena de la violencia y subjetividad/corporalidad post humana, llevada adelante desde hace más de diez años por el Periférico de Objetos; y 3) la tecnología como dispositivo intertextual de otras disciplinas artísticas, lo que da lugar a un teatro híbrido que suprime las fronteras genéricas en su búsqueda de nuevas formas de representación. Aunque para muchos teóricos la presencia del actor frente al espectador continúa siendo el soporte insustituible del teatro, más allá de esa perspectiva, el término “tecnoescena” describe un teatro que decide dar cuenta de la actual experiencia de mundo en función y a partir de sus mediaciones tecnológicas.