exploratorio latinoamericano de poéticas/políticas tecnológicas
Ciberliteratura
Se suelen utilizar muchas veces los términos "ciberliteratura", "literatura digital" o de manera más amplia "literatura electrónica" casi como sinónimos aunque no lo sean en sentido estricto. Hay quienes ensayan especificaciones terminológicas aduciendo la diferencia de esta práctica respecto de la literatura de la era de la imprenta. Así Espen J. Aarseth en su libro Cybertext. Perspectives on Ergodic Literature (1997) desarrolló el concepto de “literatura ergódica” argumentando que se trata de una literatura que, a diferencia de la del libro impreso, requiere del lector nuevas competencias relativas al “trabajo” (en griego, ergon) del cuerpo para recorrer el “camino” (hodos) del texto.
En la yuxtaposición entre una cultura letrada organizada alrededor del objeto libro y las bibliotecas a otra electrónica organizada desde las últimas décadas alrededor de pantallas, no solamente cambian los soportes sino más bien los dispositivos con todo lo que esto implica en cuanto a nuevas formas de cognición, organización social y relaciones de poder.
Al interior de esa nueva literatura se pueden percibir con mayor o menor precisión algunos subgéneros. Así, siguiendo la clásica partición entre géneros narrativos, líricos y dramáticos (y quizá habría que preguntarse por qué seguir una partición tal si justamente la literatura electrónica nos llevaría a otras regiones), hay quienes hablan de narrativa hipertextual y/o interactiva, poesía digital o electrónica (y dentro de ella: poesía generada automáticamente, poesía visual/sonora animada -interactiva o no-, videopoesía digital), ciberdrama interactivo, etcétera. Los límites entre estos subgéneros suelen ser difusos no sólo entre sí –al interior de la ciberliteratura– sino también en relación con otras prácticas del arte electrónico. El ciberdrama interactivo por ejemplo bien puede ser considerado subespecie de la tecnoescena y la poesía electrónica site specific, esto es, localizada en entornos cerrados o abiertos que exceden al que ocupa un lector frente a una pantalla, bien puede ser considerada una forma de instalación. Los críticos con mayor trayectoria dentro del campo suelen adoptar la idea de que leer estas manifestaciones dentro de una u otra “disciplina” artística o género es más una cuestión de tradiciones críticas que de otra cosa.