En el transcurso de los años 90, un conjunto de artistas internacionales reorientaron sus trabajos hacia la discusión sobre la propia condición biológica del hombre a través de la intervención técnica del cuerpo y la creación de organismos transgénicos. Este fenómeno que involucra el uso “artístico” de tecnologías como la bioinformática y la ingeniería genética fue denominado bioarte. Esta práctica artística nace en el seno de ese campo multidisciplinario y diverso de lo que ha sido llamado arte tecnológico o tecnoarte como una suerte de “continuación superadora” que, basada en un conjunto de representaciones y prácticas ya consolidadas, propone una radicalización de la relación arte, ciencia y tecnología a través de la aplicación de técnicas que actúan sobre la vida en un sentido biológico. Es desde este concepto que hasta la misma denominación de esta práctica (bio-arte) adquiere su sentido: un arte biológico. Basándose en todo un conjunto de trabajos anteriores, los bioartistas suman otro tipo de tecnologías -las biotecnologías- y, como consecuencia, su horizonte temático versa alrededor del problema del cuerpo y de la vida.