En los años 60, en las clases medias de distintos países del mundo surgieron movimientos y grupos que se definían como “contraculturas”. Más allá de las dispersión de sentidos con el que se ha usado el término, siguiendo a Stuart Hall entendemos a las contraculturas como subculturas que rompen con el marco social y cultural del que surgen, tanto con las instituciones, prácticas sociales y formas de vida. A partir de los 50 y 60, emergieron distintos movimientos (situacionistas, hippies, punks, etc.) que, retomando en parte el impulso iniciado por las vanguardias de principios del siglo XX, fusionaron críticas y prácticas de vanguardias políticas y vanguardias estéticas, tomando como campo de batalla principal, la cultura y las formas de vida. A partir de los 80, se dan rearticulaciones donde grupos contraculturales agregan en este campo el cuestionamiento y/o uso alternativo de la tecnología, y del otro lado, grupos que en los usos de nuevas tecnologías, retoman discursos y prácticas contraculturales. Pueden encontrarse entonces caminos que comunican a las contraculturas y distintos movimientos de uso alternativo de la tecnología, como hackers, software libre, usos militantes de tecnologías, desvios estéticos de medios tecnológicos de comunicación, guerrilla de la comunicación, etc.