exploratorio latinoamericano de poéticas/políticas tecnológicas

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Inne Martino

Inne Martino vive en Rosario donde trabaja desde hace años con el colectivo Compartiendo Capital. Allí ha realizado distintos proyectos que buscaron generar espacios de intercambio y participación inspirados en la filosofía del código abierto, y que exploraron nuevos modos de acceder y poner en circulación conocimientos y obras de arte. Vodkamiel, Pinche empalme justo y la Máquina quemadora fueron algunas de dichas intervenciones.

El traspaso de acciones y saberes desde el mundo de la web al de la vida social es una constante de Compartiendo Capital y se halla presente, también, en diversas obras realizadas por Inne Martino en forma individual. Se vuelcan, muchas de ellas, a explorar las traducciones, contaminaciones e influencias percibibles entre lo digital y lo analógico. En Reality se trataba de imágenes tomadas de la plataforma Fotolog, vueltas a dibujar como en un cover unplugged que reemplazaba la nitidez de las fotografías en alta definición por los trazos despojados de la artista. Estas ilustraciones de trazos negros sobre un fondo blanco recreaban el interfaz de aquél sistema de publicación -que en Argentina fue apropiado por miles de adolescentes identificados como tribu urbana, los floggers-, y las dotaba de una impronta anacrónica. Ese modo artesanal de rediseñar una interfaz web parece formular la hipótesis de una cultura de la saturación visual imaginada mucho antes de las tecnologías digitales: ¿cómo sería un mundo desbordado de imágenes dibujadas a mano? ¿Cuánto trabajo manual puede percibirse aún hoy detrás de las interfaces digitales de la web?

En la instalación Pet Society Proyect realizada en la galería Pasaje Pan de Rosario, también puede encontrarse este interés por reconstruir ciertas dimensiones de los modos de comunicación digital. En este caso, el surgimiento de una “intimidad pública” en las redes sociales como Facebook, a través de la recreación de un entorno virtual, con su saturación de frases y comentarios intercambiados entre una nube de usuarios vagamente relacionados entre sí. La experiencia de dicha sociabilidad, de esa exposición apenas controlada de la propia vida frente a un público potencialmente masivo, es la que parecía evocar Pet Society mediante una vidriera en la que se hallaba escrito un cúmulo de frases, que la invadían desde el más allá de la web. En su interior, era posible asomarse a una serie de objetos que remitían a la vida privada de un sujeto ausente (libros, fotos, adornos de biblioteca, una computadora), como si ofrecieran una ambigua y modesta panorámica de su vida, que también remitían a ese conocimiento siempre parcial y huidizo que proporcionan las redes sociales sobre la vida real de sus usuarios.

Otras obras de Inne Martino abordan archivos de imágenes, recortados en el océano de la proliferación visual y el anonimato. Es el caso de Not For Sale, una enorme colección de imágenes digitales reunida por la artista en un arcón de los recuerdos propio pero también colectivo. Volantes, afiches, fotos de marchas, graffitis, fanzines y registros de acciones callejeras realizadas entre las décadas del '90 y la del 2000. Un testimonio de experiencias artísticas y militantes que da cuenta de la intensa actividad llevada adelante en la ciudad de Rosario por una trama de actores diversa, que incluye desde la agrupación HIJOS hasta bandas de rock, grupos de okupas y asambleas del post 2001. Subido a la web, el archivo de Not For Sale, plagado de hallazgos inspirados en las técnicas de la guerrila de la comunicación, permite echar un vistazo a una época de agudización del conflicto social y político, y a la respuesta surgida desde el arte. Como un anti-Flickr, estas tiras de imágenes conjuran el fantasma del sinsentido que persigue a los océanos de fotos digitales que crecen exponencialmente en la web. Permiten, en cambio, recorrer los rastros de una experiencia histórica protagonizada por un grupo difuso pero situado en coordenadas históricas y geográficas muy precisas. Una inversión, en cierta forma, de aquellas otras obras que intentaban recrear una experiencia digital con el lenguaje de la materia y la vida cotidiana. Sólo que ahora es el mundo “exterior” el que busca su traducción en un entorno digital.

Las obras de Inne Martino escapan a uno de los vicios más habituales de los encuentros entre el arte y la tecnología, esa tendencia a construir dispositivos que vuelven sobre sí mismos, para exhibir las característias de su diseño, las propiedades de su condición tecnológica. Como en los murales de Fabricio Caiazza, que transcriben instantáneas del flujo de conversaciones virtuales y las trasladan a las calles de la ciudad, estas obras parecen pensar que la mejor manera de apropiarse de la tecnología tal vez sea llevándola lejos de los ámbitos y horizontes de ideas en las que habitualmente es pensada en el presente, hacia allí donde todavía pueda producir una sorpresa, en ese cruce que va desde las computadoras a la vida, o viceversa.



 

 

http://www.innemartino.com.ar/