Mónica Bate es licenciada en Artes Visuales por la Universidad de Chile. Cursó el Postítulo de Arte y Nuevos Medios en la misma institución y realizó estudios en el Harvestworks Media Arts Center de Nueva York y el programa de Master en Interactive Telecommunications Program de la Universidad de Nueva York. Su investigación combina tecnologías digitales y analógicas para el desarrollo de instalaciones sonoras, objetos robóticos y otras obras vinculadas con las artes visuales.
Anatomía para el movimiento: línea 2 (2015) comprende un circuito sobre papel vegetal con microcontrolador y láminas de ilustración impresas que muestran diferentes fases del movimiento del Nitinol, una aleación de níquel y titanio que sufre deformaciones al ser expuesta al calor. El nombre de la obra proviene del título de un libro dedicado a la fisiología del cuerpo humano y las posibilidades de movimiento proporcionadas por cada uno de los músculos. En este caso, los músculos de alambre son animados a través de impulsos eléctricos. Por su parte, el dibujo plasma los movimientos en una descomposición analítica y minuciosa de cada una de sus fases. Para Bate, la secuencia dada por las transformaciones del alambre opera como metáfora del funcionamiento del cuerpo orgánico, a su vez que permite traducir la dimensión temporal, implicada en cualquier desplazamiento, en representación espacial.
La conversión de ciertas variables en otra clase de código también constituye un aspecto central en IS3: ejercicio 2 (2012). Esta obra consiste en una caja musical intervenida que hace correr una cinta perforada. La información contenida en dicho soporte proviene de la información suministrada por una electroencefalografía que mostraba síntomas de un cuadro de stress agudo. Precisamente el título del proyecto resulta de la fonética española de la palabra stress, leída en nuestro idioma como “e-s-tres” (ES3 o IS3 para recuperar la fonética de la letra “e” en inglés). La actividad eléctrica del cerebro fue posteriormente transcrita a código binario, de manera que las perforaciones de la cinta constituyen notas musicales y actúan como interruptores, controlando el encendido y apagado de las luces LED.
La obra de Mónica Bate no se vale de tecnologías altamente sofisticadas ni se encuentra atravesada por los imaginarios de progreso modernos, los cuales frecuentemente han redundado en el despliegue de herramientas y destrezas tecnológicas desarticuladas de la propuesta poético-conceptual de los proyectos. En cambio, la artista combina dispositivos diversos, en numerosas ocasiones construidos y/o intervenidos en torno a la pregunta por la vida de un cuerpo y la noción de energía, dos tópicos recurrentes a la hora de pensar la relación entre la máquina y el ser humano.